jueves, 11 de septiembre de 2008

Tramitología

Felipe II reinó en España durante la segunda mitad del siglo XVI. No fue un mal rey, tampoco fue bueno; pero eso no nos debe importar ahora. Lo que me interesa es señalar a este monarca, como el creador de la burocracia hispánica y, dado el peso de España en esa época, el creador de la burocracia moderna. Resulta que Don Felipe descubrió a temprana edad lo importante que es apuntar las cosas en un papelito; de hecho, es una sabia medida para el gobierno de nuestra vida personal (siempre y cuando no pierda uno los papelitos), pero no es la manera más eficaz de gobernar un imperio. Fue ahí donde España comenzó a inundarse de papeles, decretos, memoriales, proclamas y toda la papelería necesaria, según Felipe, para la buena marcha de su gobierno. "El príncipe papelero" llegaron a llamar a Don Felipe quien no daba un paso sin un enorme baúl (yo lo he visto) donde guardaba los papelitos más urgentes.


Como ya sabemos, las instrucciones reales se aplicaban en las Colonias. Me puedo imaginar a los criollos de la época diciendo pestes del maniático monarca: todo tenía que quedar por escrito y todos los involucrados en el escrito debían tener una copia. Este rechazo inicial fue débil, porque la incipiente burocracia mexicana muy rápidamente entendió que Don Felipe les había otorgado una inagotable veta de oro. Ellos entendieron que mientras más trámites se hicieran y papeles se necesitaran, más oportunidad de corrupción tendrían. A esto añádanle la laberíntica condición barroca de los mexicanos y así entenderemos el enorme florecimiento que la tramitología tuvo y tiene en nuestros lares. Hay trámites que nadie sabe bien para qué sirven, pero que son tan hermosos y tan herméticos que los conservamos como si fueran sonetos de Sor Juana.
German Dehesa

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