EL CRONÓFAGO ANÉLIDO
Autor Rogelio Morgado
Generación 57 - 60
(POEMAS EN PROSA DIFUSA)
— I —
EL DELINCUENTE IN FRAGANTI
Cronófago... ¿Será éste el nombre científico del terrible gusano
que acostumbra devorar los segundos de mi reloj biológico?
¿Será cierto que el no saber controlar el factor tiempo humano
se debe a un mal psicológico, o a una confusión mental
que se hace evidente por mi habitual dificultad para ser puntual?
¡Ah! Mis pobres y breves tiempos perdidos. Olvidé la fecha y ahora no sé
desde cuando comencé a perder la noción de la diferencia que existe
entre los tiempos perdidos y los tiempos vividos...
O entre la estrecha casucha que habito y la vastedad del Ain Soph.
Yo habito en un estrecho cuartito, improvisado por algún paria olvidado,
en la azotea de un viejo edificio sin dueño.
Y allí, a falta de arroyos de agua cristalina, acostumbro ver correr el tiempo;
mi tiempo, como una apacible corriente en un árido sueño;
mi tiempo como una especie viviente en vías de extinción.
Esa triste ociosidad me llevó a escribir el siguiente drama que,
a guisa de testamento, te cuento:
...No sé desde cuando comenzó un Cronófago a comerse mis instantes.
Me di cuenta de la existencia de ese infame gusano segmentado
cuando ya había comido muchos segundos, a fines del año pasado.
Al principio no los comía con frecuencia.
Aunque comía noche y día, comía poco y dormía mucho.
Devoraba y dormía. Dormía demasiado; a veces varios días enteros,
con sus noches.
Y al despertar, se comía un pequeño instante y se volvía a dormir.
Una vez lo sorprendí en pleno delito:
justo cuando engullía un trocisco de tiempo.
El reloj marcaba las 23:45 horas.
Las once de la noche con cuarenta y cinco exactos minutos.
Un segundo después ya eran las 23:45:02
El bicho había devorado un segundo sin que yo pudiera evitarlo.
Cuando me acerqué, ya el reloj había normalizado sus tareas;
continuaba cortando rebanaditas de tiempo, todas del mismo espesor.
Las apilaba en paquetitos de 60 y luego las empacaba en horas.
Revisé el paquetito que era, visiblemente, más pequeño que los otros.
... Solo contenía 59 segundos.
Yo utilizo, cotidianamente, toda esa paquetería de tiempos.
Con base en ella hago todos mis programas diarios.
Todas mis actividades, todos mis descansos y todos mis ocios
se van realizando de acuerdo a los programas; con precisión cronométrica.
Y, sobre la marcha, puedo variar a mi antojo el orden y el contenido
de los eventos, reales o imaginarios, que el ciego Destino* me tiene asignados.
No puedo eliminar los eventos indeseables.
Pero puedo hacer canje por otros de similar tonelaje.
O modificarlos y ajustarlos para cambiar su duración.
Aunque a veces, o mejor dicho, a menudo, los programas se modifican
erráticamente, por sí solos y contra mi voluntad.
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(*) Destino: Según la mitología griega, Destino fue hijo del Caos y la Noche; el pobrecito nació ciego.
— II —
LA VORACIDAD
... Últimamente ha comenzado a preocuparme el apetito creciente
del Cronófago Anélido, el infame bicho tragasegundos.
Cada vez es más frecuente la pérdida de algún instante;
la falta de dos o tres segundos en cada hora.
Sumados, al final del día, el cálculo da una pérdida de casi un minuto.
Y eso sería lo de menos, si se conservara ese promedio,
pero en la última semana del mes pasado, buscando el remedio,
comencé por anotar en una libreta los tiempos perdidos;
y, gracias a esos registros, pude verificar la desaparición de varios minutos.
Y entre el jueves y el viernes de la siguiente semana, el bicho había devorado
poco más de una hora. Sin indigestarse.
Pronto crecerá su apetito al grado de comerse también las hojas del calendario;
Y acabará con mis días.
Para colmo de males, al Cronófago le gustan como postre las hojas verdes de los
árboles y arbustos que embellecen y vivifican los paisajes de mis campiñas.
Quienquiera puede decir, a partir de un simple vistazo superficial,
que los árboles pierden sus hojas debido al cierzo otoñal;
pero es este gusano quien roe hoja tras hoja. Aquí, más allá y, en todas partes,
modifica la floresta devastando eternidades, de segundo en segundo, año tras año.
La única ventaja visible es que, con el estiércol del gusano, se fertiliza el terreno.
Con hambruna misteriosa, el Cronófago devora las amarillentas hojas de mis libros;
aunque prefiere las hojas tiernas de toda planta y de todo árbol común y silvestre.
Pero nunca devora las hojas de la Vid Verdadera. Ni las del Sauce Llorón.
Y creo haber percibido que el Cronófago profesa profundo y temeroso
respeto al Árbol de la Vida.
Tampoco devora las hojas del muérdago, la planta parásita que, cuando infesta las
ramas de un árbol común, lo mata. Este crimen confirma que el bicho también tiene
escrúpulos y no pierde su tiempo parasitando a una planta parásita.
Y, a propósito de los tiempos perdidos, no recuerdo si estuve ausente, pero ...
¿Qué le habrá sucedido al día de ayer?
... Mi gusano tirano es un depredador que ataca en silencio... y en la oscuridad.
Y por eso es difícil observar sus delitos.
Este maldito parásito es poco visible a la luz del sol.
Y, —lo he comprobado—, es totalmente invisible a la luz de una vela,
o de un foco incandescente, o de cualquier forma moderna de candela,
ya sea ésta de LEDs, de luz infrarroja, luz ultravioleta, o de rayos laser.
Pero lo he visto.
Puedo asegurar que existe.
Y que lo detesto.
— III —
PERENNIDAD
El cuerpo alargado de un Cronófago Anélido está integrado por una inmensa serie de
segmentos microscópicos eslabonados uno tras otro como un rosario. Son segmentos
cambiantes, unos desaparecen y otros nacen.
También es parecido a una larguísima cadena de repulsivas salchichas, repletas de
errores, de tedio, de tristezas, desprecios y desdichas.
Cada segmento de su cuerpo se formó al asimilar el momento que ingirió como alimento.
Y es lógico suponer que el gusano perennemente crece... Y crece, devorando el futuro.
Aunque igualmente, lo he sorprendido engullendo retrocediendo
y haciendo estragos en los tiempos pasados.
Y allá, en lo más oscuro de la noche de los tiempos, también devora,
con otra pavorosa boca de negros dientes, a los tristes recuerdos, las nostalgias,
las memorias amargas, las de aflicción o miseria, las de malogrado impulso
halagüeño truncado y sin gloria.
Y la voraz alimaña tampoco desdeña lo perverso que encuentra en un sueño.
Esa debe ser la causa de que muchos recuerdos, confusos o ingratos,
se me han olvidado. Los devoró el Cronófago Anélido de dos cabezas y un solo
organismo que se nutre de tiempos futuros, de instantes presentes y de tiempos
remotos.
— IV —
LA PAZ Y LA LUCHA
La aparición de los Cronófagos no es un suceso reciente; he oído decir que la estirpe
de esta plaga de bichos segmentados es pariente cercana de la progenie de la diosa
de piedra, Coatlicue; la primordial diosa mexica, comedora de basura impura.
Se dice, que entre las emplumadas serpientes, pendientes a manera de falda de
la diosa, regidora sobre los apacibles mares de mis regiones subconscientes,
también penden gusanos anélidos, devoradores de tiempos muertos;
y cuyo deleite favorito es comer experiencias vívidas, pero amargas.
Y que en un descuido pueden acabar con los tiempos de la existencia futura,
dejando tan solo un infinitesimal instante,
que se consume en el momento de bajar a la sepultura.
Se dice, también, que uno de los bichos de la falda de Coatlicue,
es aquella Coatl, la serpiente ondulante, la senoide infinita y vital que,
para los fines ocultos de las matemáticas superiores, se deriva a sí misma,
transformándose en el Quetzalcoatl cosenoidal,
para, ambas integrar, con sus curvas entrelazadas, un bicéfalo animal,
llamado, en los mitos de Grecia, el inescrutable Caduceo Hermético.
Lo peor de todo esto es que, en mi caso, no sé si es un solo bicho.
O toda una plaga. O una legión de plagas.
Y posiblemente inmunes a plaguicidas comunes.
— V —
ALPINISMO
En los senderos del tiempo siempre he sido caminante;
y, en mi patria, en las nevadas serranías del Popo y el Ixta, fui montañista;
ambos deportes son, ahora se dice, de alto riesgo.
Pero en aquellos felices días fueron retos festivos.
Fueron pecadillos de juventud;
gozados a plenitud cuando mi Cronófago Anélido aún estaba en embrión.
Aquellas cumbres nevadas siempre han sido símbolos del objeto
de grandes anhelos: Desde muy antiguos tiempos, nuestros tlacuilos Mexicas
representaban al Popocatepetl como un Emperador de nevada cabeza,
coronada por azufradas fumarolas doradas semejando un penacho de plumas.
Y, a su vera, bajo inmenso manto blanco, la inolvidable Ixtaccíhuatl;
la Mujer Dormida, la Subconciencia, la Excelsa Sustancia,
la Materia Prima que hace posibles nuestros más caros sueños.
Ahora, a veces optimista, pienso que la vida nunca termina,
y busco allá, a lo lejos, el vislumbre de lejanas sagradas cumbres,
simbolizadas, en las eras geológicas, por el Popo y el Ixta.
Presiento que esas cumbres existen y, como en mí persiste el deseo de escalar,
adivino que nunca se acaba el anhelo de llegar, de algún modo, a aquel cielo.
Y que tampoco se acaba la necesidad urgente de amar...
Como ama la muerte, sin distingos, a la humanidad doliente.
¿Será que el intento de conocer esa clase de amor, ese conocimiento superior
sea el abismo* que, a la vez, me muestra y me impide alcanzar esa cumbre?.
Y, en consecuencia, triunfa la inercia y predomina el deporte de viejos, a saber :
El de permanecer inmóvil para ver el tiempo correr.
Nacer, crecer, medio pensar y olvidar.
Penoso recuento con que mido los perdidos tiempos del descuido.
Pronto mi reloj biológico cancelará el timbre del despertador.
— VI —
TECNOLOGÍA
En el continuo espacio—tiempo, que se desenvuelve en mi mente,
el tiempo se ha achicado en forma alarmante,
y no me alcanza para hacer lo que debo de hacer.
El trastorno emocional es tal, que se refleja visiblemente
en la estrechez de mi hogar, en mi atuendo, en mi desaliño total.
Una amiga mía, amante de las matemáticas y de la hechicería, me dijo que,
para los seres humanos, el tiempo varía; y que la duración de nuestro tiempo
es inversamente proporcional a los años ya vividos.
O bien, directamente proporcional a lo que nos queda de vida.
No le entendí.
Tampoco comprendí algo que me quiso explicar acerca de que duración y
maduración son vocablos temporales que proceden de una misma raíz.
Pensando en raíces, mi mente se enfocó, por sí sola, hacia los árboles y las
plantas; hacia los fértiles campos cultivados.
Y a la manera en que los humildes campesinos defienden a sus siembras
utilizando espantapájaros.
De inmediato aproveché mis conocimientos sobre electrónica e inventé un
instrumento marca pasos espantacronófagos.
Funcionó muy bien ...
Protegió eficazmente a mi reloj ...
Pero por poco tiempo.
Quizá los componentes electrónicos que utilicé fueron hechos en China.
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*) Abismo : Daat. Conocimiento
— VII —
CIENCIA
Con un gesto desesperado por evitar la depredación del tiempo
y la dilución de mi memoria que los cronófagos llevan a cabo,
he consultado a infinidad de expertos en fumigaciones;
y a especialistas en diversas ramas de la ciencia;
muchos de ellos miembros prominentes del Instituto Politécnico Nacional,
de la UNAM, y de renombradas universidades e institutos de enseñanza superior
de todo el mundo.
Y todos coinciden en recomendarme reposo y tranquilidad,
pues afirman que tengo los días contados.
A esa cruel afirmación la confirman mis pies tan cansados.
Y el percibir que mi entusiasmo claudica...
Que se acaba el camino...
Que la cumbre se aleja...
Y el tiempo se achica.
También reconozco que mis ojos ya no quieren estar abiertos.
Aunque mis sentidos sutiles seguirán, como siempre, despiertos,
aguardando pacientes la resurrección de los tiempos muertos.
Mi cuerpo está cansado de tantas aventuras adversas;
cansado de tanto arrastrarse sin mitigarse aquella hambre de amor,
que mi mundano ser aún trata de comprender.
También mi Cronófago se ve macilento.
Como si muy pronto fuera a sufrir su metamorfosis.
Y luego, en vez de ser repulsivo gusano, será hermosa mariposa;
y dejará, en las hojas, largas hileras de huevecillos, a los cuales el Sol de Abril
transformará en Cronofaguitos devoradores de microsegundos.
... El único párrafo valioso que figura en mi testamento, dice:
“Un Cronofaguito es la herencia que dejo a cada viajero buscador científico,
ya sea mexica o mexicana, que, en los senderos del tiempo,
pueda dedicar todo su Ser a cultivar el arte de elaborar
elevados pensamientos y muy nobles sentimientos”.
Finalmente... entrego los últimos destellos de lo que fuera una hoguera;
he llegado al final de mi escabroso sendero.
Y no es menos cierto el estar llegando impuntual a mi propio funeral.
Tengo una triste sensación de haber llegado demasiado tarde.
Sí, demasiado tarde y además culpable de negligencia criminal
por el tiempo perdido sin haber amado cuando era debido.
Y me duele, me angustia el haberme evadido cuando ya la fosa está esta abierta.
Y, a un lado, la caja, cubierta con un lienzo violeta.
Mi amada ignorada, Coatlícue, mi poderosa dueña, permite que todo esto
tan solo sea un mal sueño, permite que duerma sin sufrir tan cruel agonía;
me lastiman las luces de la mundanal carnavalesca fantasmagoría.
Te ruego: con tus tiernas manos de niña, a mis párpados entorna...
Y con tu amor de Madre Dolorosa abre mis ojos a la Luz Eterna.
Elán
q.e.p.d.
Bueno ... Ya casi... Sin embargo, algo sucede ...
VIII
CONSUMATUM EST
Algo inmerecido sucede.
A lo largo de toda la vida he perseguido con tanta tenacidad el pecado,
que resulta inexplicable el porqué aún no lo he alcanzado.
Y ahora, cuando ya me había resignado, va llegando el momento esperado:
Las flores... las nubes... el sol en el rojo poniente; todo invita al amor.
Pero algo sucede...
¿Porqué dejarían tantas flores sobre aquella tumba?
Estoy experimentando unos cambios extraordinarios en todo mi ser.
Estoy mirando unos cambios extraordinarios en mi gusano tirano.
El Cronófago Anélido está inmóvil en un sudario que él mismo se ha fabricado.
Adivino que mi gusano ya está sufriendo la metamorfosis dentro de su capullo.
Lo percibo como reflejo en un celeste espejo.
Mi buen Cronófago; ¿Que habría sucedido si tú no hubieses devorado
tantos conceptos erróneos e impuros que, tan minuciosamente, yo había elaborado?.
Algo me dice que, a cambio del fin de mis tiempos, también finaliza un estado
latente y se inicia el trabajo de una Gran Obra de Arte.
¡ Ahora veo infinidad de sucesos y percibo miríadas de nítidas cosas,
todas preciosas; en un mismo instante; abajo y arriba, en todo horizonte !
¡ Todo a la vez, todo simultáneamente ! ...
Todo sin espacio... sin tiempo... una Eterna Gloria.
Y difundida en bellísima e indescriptible sinfonía, una voz admirable me dijo:
— Contempla el magno desfile, ave solitaria.
Una marejada de emociones arriba a mi humilde morada,
con tal ímpetu, que me obliga a salir volando sin rumbo en la nada.
Ya vuelo en el eterno presente radiante... Soy un globito suelto.
Soy un globito inmenso... Soy un anhelo intenso... ¡¡ Plop !! .
Ya no existe aquel cuerpo tan denso
que era el aspecto tangible de un pensamiento.
¡Ahora soy solo pensamiento puro !.
¡Soy el Pensamiento de un Pensamiento!
Comprendo ... Soy el Primogénito de un Pensamiento.
Mi Creador eternamente está pensando en mí.
Y yo. ¿En que debo pensar?
—Prudencia ... candor y constancia.
Y, reverente, escucho otra vez la Voz silenciosa y transparente,
La Callada y Queda Dulce Voz:
— Ain Soph Aur es, en Sí Misma, la Corona y el Reino, El Penacho y la Pirámide;
El Águila y la Serpiente, la Fuerza y el Armónico Movimiento;
el Verbo y el Aliento de Vida.
Y también es la Sustancia Excelsa donde cristaliza cada pensamiento único
en miríadas de formas, en sus propios espacios y en sus propios tiempos,
en su inconcebible principio y su aparente fin.
Ahora si... AIN
Comentarios
Muy estimado Jorge Aznar:
Arruinaste mi domingo con el truco del mago. Pero encontré la solución.
Te piden que escojas una carta de las marcadas con K, Q o J, (hay dos de cada una).
Te concentras en una ... Y no pones atención en las otras.
El mago desaparece a TODAS y pone otra serie de cartas diferentes.
Así, parece que solo desapareció la carta que tu escogiste.
Amigo EK; la tarea está completa. Ahora, en venganza, les envio un rollo con
problemas graves que he estado percibiendo en solo una pequeña parte de Jalisco.
Aprovecho la oportunidad para enviarle a todos un fuerte abrazo.
Particularmente, a Oscar Nava cuyos correos veo, pero casi siempre en forma
extemporánea porque en el lugar en que vivo, aunque solo está a unos 50 Km
de Guadalajara, no hay Teléfonos ni mucho menos Internet.
Amigo Oscar Nava. Te adjunto la última versión del CRONÓFAGO.
Como te decía, quise simplificarlo; y creció más.Finalmente parece que murió.
Jorge:
De todos modos, fue un magnífico truco.
Saludos
Rogelio.
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WOW!!!
¿Sabes? recordé mis tiempos de "casi asidua" lectora de la sección cultural de los principales diarios de circulación nacional, en donde con frecuencia te encontrabas con textos, versos, cuentos de escritores en su mayoría anónimos, que enriquecían esta sección para deleite de lectores como yo...
Me acabo de dar cuenta de que yo también tengo un cronófago anélido, afortunadamente conseguí hacerlo regurgitar este instante. De hoy en adelante deberé estar al pendiente, no sea que se convierta en un glotón.
Espero que te la hayas pasado super en tu cumpleaños (no sabía cuando era pero ya lo anoté en la agenda) Te mando un beso y un fuerte abrazo
Rossana
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Oscar te deseo lo mejor hoy y siempre, un abrazo y que Dios te bendiga
HC
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GRACIAS ESTUVO BASTANTE INTERESANTE " El CRONÓFAGO ANÉLIDO"
DESEO TE LA PASES DE LUJO CON TU FAMILIA Y QUE EL PROXIMO AÑO ESTE DE POCA YA QUE ESTE ESTUVO DE LA CHIN......... SUERTE Y FELICES FIESTAS.
ALFREDO MARTÍNEZ C.
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Va
Isaac Schnnadower